En Colombia hay cerca de un millón de animales abandonados, según datos no oficiales. Aunque las personas que tiran a sus animales de compañía a la calle podrían pagar multas desde 20 a 52 salarios mínimos y hasta tres años de prisión, eso no detiene esta reprochable conducta. Fuentes del Instituto de Protección y Bienestar Animal en Bogotá aseguran que la mitad de ellos algunas vez tuvieron un hogar.
Las razones principales para abandonarlos son la falta de dinero y de tiempo, dos factores que se deben analizar antes de comprar un perro o un gato.
El problema crece y si no se controla podría traer graves consecuencias. Expertos recomiendan revisar el caso holandés. En 2016, Holanda se convirtió en el primer país en quedarse sin animales callejeros. Aunque en dos años ninguna otra nación ha logrado la misma meta, si se aplican sencillas normas, podría reducirse el número de animales callejeros.
Holanda decidió tomar medidas cuando el problema desbordaba las calles. ¿Qué pasó? Resulta que en el siglo XIX, la cantidad de perros que había en sus calles era una de las mayores de Europa. Era común que todas las familias tuvieran perros. La raza era un símbolo de estatus: la clase alta los tenía con pedigrí y los de menos nivel adquisitivo tenían canes de trabajo.
Tanta población canina trajo como consecuencia un brote de rabia entre la población, que, sumado a las escasas medidas higiénicas de la época, se convirtió en una de las principales causas de mortalidad de la zona.
La población empezó a abandonar sus mascotas ante el miedo de una posible pandemia. Las calles se llenaron de animales de todas las razas. Y como era legal abandonarlos, la población de perros callejeros aumentó tanto que, además de enfermedades, se crearon escuadrones de cacería de perros, que los exterminaban.
Por eso, el Gobierno asumió el control del problema: introdujo una ley de protección animal y aprobó la ley de salud y bienestar animal, que prohíbe a los dueños no brindarles los cuidados pertinentes y abusar de ellos. Si alguien rompe la ley, paga una de las multas más altas en Europa: tres años de prisión y US$20.000.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la World Society for Animal Protection (WSPA) han dicho desde los años 90 que la única forma de frenar la sobrepoblación canina callejera es esterilizar, educar a la sociedad sobre la tenencia responsable e identificar a los animales. Y Holanda siguió las recomendaciones.
Inventó entonces el programa Recoger, Esterilizar, Vacunar, Identificar y Regresar, o Revir (CNVR, en inglés), según el informe de la antropóloga Isabelle Sternheim, directora de Dog Research.
Pero el Gobierno aportó su parte: asumió los costos de las castraciones y organizó campañas de castración masivas para esterilizar a las mascotas de forma gratuita. El 70 % de la población canina fue esterilizada.
Otra medida que dio buenos resultados fue establecer altos impuestos en las compras de perros de raza. Así consiguió desalentar el negocio y fomentar las adopciones.
También creó un cuerpo de policía para los animales en 2011, los Animal Cops, que velan por su protección y seguridad.
Actualmente, los holandeses son los más respetuosos en cuidado animal: no sólo los cuidan sino que en casi todos los establecimientos hay espacio para ellos. Ir a cine, por ejemplo, es un plan para compartir con la mascota.
FUENTE
ASÍ FUE COMO HOLANDA SE QUEDÓ SIN PERROS CALLEJEROS
EL ESPECTADOR
Con un sencillo plan de cinco puntos este país fue el primero en erradicar este problema. ¿Algo qué aprender?